04 Sep La repetición de las crisis y el mecanismo (argentino) para enfrentarlas.
Por Gabriel Slavinsky
Hace tan solo una semana, los argentinos nos quedamos atónitos y expectantes ante el mini discurso del Presidente Mauricio Macri. La subida del dólar en las siguientes 48 hs., la volatilidad cambiaria, las noticias constantes, los zócalos de la TV, los economistas devenidos en protagonistas de la realidad con disímiles interpretaciones colocan a la ciudadanía en una situación de marcado desamparo. ¿Y ahora, quién podrá defendernos?
La sociedad reaccionó con dolor, pero ya no con asombro. Nuestro umbral para ello, está demasiado alto, lamentablemente.
La sociedad en su frustración ya sabe que se vienen tiempos más difíciles.
Como argentinos tenemos la intuición de lo que debemos hacer, una especie de manual de procedimiento, de protocolo de acción en caso de “líos” grandes que se asoman.
Nos colocamos en posición de guardia, como un boxeador que será agredido y debe defenderse… como un animal ante el peligro inminente. Esa presa que teme ser cazada, que se obliga a producir ciertas maniobras para sobrevivir.
Salió a flote nuestro instinto de auto preservación. Conocedores de circunstancias de crisis, ya hicimos lo que sabemos, empezar a subsistir.
Muchos, de alto poder adquisitivo con ingresos en dólares, han festejado (no todos). Algunos, de clase media, salieron a buscar compras en cuotas entendiendo que, en el corto plazo, los productos importados subirán atados a la cotización del dólar, otros, de menor ingreso, buscaron defender su bolsillo aunque sea, por una vez, con una compra más importante en el supermercado y otra gran mayoría (cada vez más) simplemente miraron azorados la reiteración de lo mismo, sin entender qué es lo que sucedió.
Psicológicamente ya nos preparamos para dominar la incertidumbre de los próximos meses, la ansiedad que caracteriza al futuro incierto. La angustia del rumbo perdido. Nuevamente, enfrentados con la repetición de nuestra historia, más allá de quien nos gobierne y de la coyuntura.
Un baile poco armonioso de decisiones conocidas, trayectos sinuosos y finales generalmente no muy felices. Con la certeza de que las consecuencias, serán vividas por nosotros, sufridas por nuestras familias y pagadas por nuestros hijos.
Las sociedades no piden explicaciones. A veces las palabras sobran. Los ciudadanos requieren paz, calma, tranquilidad, certidumbre y previsibilidad.
Los argentinos (en caso de emergencia), ya sabemos a que palabras recurrir: perdurar, permanecer, durar, persistir, continuar… subsistir… sobrevivir
Nada muy difícil.
Nada más difícil.