Gabriel Slavinsky

Redes sociales y política

Redes sociales y política

Las redes sociales son vehículos de comunicación política de mucha relevancia en nuestros días. Tienen la capacidad de generar gran alcance y permiten diferentes tipos de interacciones entre ciudadanos y políticos. Se diferencian de otras herramientas de comunicación más tradicionales como los spots políticos o afiches ya que admiten intercambio de ideas y material multimedia dentro de cada plataforma. Posteos, comentarios, Twitts o retwitts son parte del nuevo diccionario de la comunicación 2.0. Los ciudadanos conectados tienen la oportunidad de producir y recibir información constantemente como así también comunicarse de manera directa con los dirigentes. Por su parte los políticos poseen una herramienta muy potente para hacer llegar sus mensajes de modo sencillo. Maarek en 2014 propone tres razones por lo que la comunicación política utiliza los medios digitales 1.- La velocidad, porque los mensajes pueden ser subidos y bajados casi de modo instantáneo, 2.- La versatilidad, porque admiten cualquier tipo de información, fotos o videos y, 3.- La facilidad, ya que se produce no sólo de modo vertical de partidos o políticos hacia ciudadanos sino que se produce una horizontalidad novedosa, los individuos son productores de información y fuente de comunicación.

Si bien la relación entre Internet y política tiene más de una década, el 2008 fue un año clave con la campaña por la presidencia de los Estados Unidos, “Obama y su equipo de campaña aprovecharon fuertemente la potencia de los datos” (Magnani, 2014: 196). En ese año se produjeron dos situaciones de gran relevancia: 1.- Un crecimiento exponencial de la cantidad de blogs, páginas y redes sociales, sumado a 2.- Un mayor grado de conocimiento de las técnicas cotidianas necesarias para aprovechar el potencial inmenso de la web en su conjunto. El candidato demócrata tomó esa oportunidad y ganó con la colaboración de los extraordinarios recursos de las tecnologías digitales. Todo lo concerniente al resonante triunfo fue sinónimo de campaña digital o política 2.0 (Lilleker y Jackson, 2011), y cualquier postulante a algún cargo supo que había llegado el momento de incorporar la nueva tendencia: las “elecciones 2.0” llegaron para quedarse. El Twitter de Obama fue una revolución y se gastaron cerca de 16 millones de dólares en medios digitales, pero más de 15 veces en spots para la pantalla de TV. En 2012 esa diferencia sólo fue de casi 4 veces (Stampler, 2012). La explicación tiene que ver con que las emociones parece que aún son más fácilmente despertadas y explotadas por la televisión. Las PC, Tablets y Smartphone son aparatos más “fríos” o superficiales que nos acompañan en ambientes laborales o haciendo muchas funciones a la vez. Sin embargo, los políticos y sus equipos de campaña aciertan al pensar que la emotividad no debe ser dejada de lado, es un recurso vital para persuadir a los ciudadanos (Lakoff, 2008; Westen, 2007).

Sería exagerado decir que las redes sociales están en condiciones de reemplazar la campaña tradicional con sus reuniones, eventos, marchas, cara a cara, las recorridas y discursos. Tampoco a los medios masivos y tradicionales como la radio o televisión. Tener cierta cantidad de seguidores no asegura un caudal de votos y los “likes” no son sinónimos de aprobación social. Más bien, se trata de individuos detrás de un dispositivo que les parece interesante la personalidad o su circunstancial contenido. La ciudadanía 2.0 ejerce una apoyo más efímero o líquido (Bauman, 2010 y 2013) de lo que al político le gustaría.

Internet abre la posibilidad de que muchas personas escuchen directamente un mensaje, una herramienta, nueva, útil y poderosa, bien explotado produce grandes resultados, pero mal utilizado puede ser una carga difícil de sobrellevar (Carr, 2011)

El éxito comunicativo depende en gran medida del entendimiento de las reglas que imperan en las nuevas tecnologías. Reglas de liquidez extrema, de inmediatez, de intercambio en un contexto de La vida en sociedad actual que, según Bauman (2006 y 2010), presenta, ciertas características referidas la necesidad de satisfacción inmediata, de reconocimiento social (aunque sea efímero), el futuro se abandona pensando en el segundo actual. Una exaltación de lo fugaz. Situación general reificada (Berger y Luckman, 1967) que parece haber llegado a un punto de no retorno. Las redes sociales e Internet son una herramienta más para calmar las demandas incesantes de la ciudadanía 2.0.



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